Tiempo de Cuaresma

La confesión:
Dios, nos espera con un deseo mayor e incluso infinito. Nos perdona cuando regresamos, nos acepta siempre, perdona el pecado.
Al dirigirnos a un sacerdote para confesarnos, nos arrojamos a los brazos abierto a nuestro Padre Celestial.

¿Quién perdona nuestros pecados?
En algunas ocaciónes, pensamos o decimos "esto lo arreglo yo directamente con Dios", pero Dios quiere que sea de otra forma (con un sacerdote), porque nos conoce y en cambio si lo hacemos nosotros mismos, lo hacemos con trampas u omitiendo ciertas cosas.
Es Dios quien perdona a través de Jesús porque Él es el Hijo de Dios «Tus pecados te han sido perdonado» (Mc 2,5). Por lo tanto, Jesús ha conferido este poder a los sacerdotes, para que puedan perdonar en nombre de Jesús.
Es por eso que dios quiere que expresemos nuestros pecados y que los confesemos cara a cara con el
sacerdote.

Durante la confesión, ¿Que se debe o debo hacer?

  1. Examen de conciencia: debe ser a fondo, pero no exhaustivo.
  2. Arrepentimiento: sin un verdadero arrepentimiento (basado en una confesión de los labios), no podemos ser absuelto de los pecados.
  3. Propósito: es el de no cometer ese pecado en el futuro.
  4. Confesión: el pecador, necesariamente debe declarar el pecado ante el confesor.
  5. Reparación o penitencia: lo impone el confesor al pecador, para reparar el daño cometido.
¿Que pecados confesar?¿Cuando hay obligación de confesar los pecados graves?¿Con qué frecuencia hay que confesarse?
Los graves, que se recuerden tras hacer un examen de conciencia y que aún no se hallan confesado. En circunstancias normales, confesión individual.
En casos de necesidad existencial (por ejemplo: guerras, bombardeos o en la que un grupo de personas se encuentran en peligro de muerte), puede un sacerdote conceder la absolución a un grupo de personas, sin que se haya dado una confesión individual de los pecados (absolución general).
Cualquiera de los casos, hay que confesar individualmente los pecados graves, en la primera ocasión que se tenga.
La obligación es cuando se llega a la edad de la discreción, es decir, cuando se ha llegado a usar la razón y
cuando se ha aprendido a distinguir el bien y el mal.
La Iglesia manda a que la confesión se realice por lo menos, una vez al año.
En cualquier caso hay que confesarse, antes de recibir la sagrada comunión, si se ha cometido algún pecado grave.

Cuando no se ha cometido pecados graves ¿Puede uno confesarse también?
La repuesta es sí, también en esta ocasión, es un gran regalo para la curación y unión más intima con el Señor, aunque, estrictamente uno no estuviera obligado a confesarse.

El sacerdote ¿Puede contar a otras personas algo que haya conocido en la confesión?
No y de ningún modo, porque el secreto de la confesión es absoluta, sinó cualquier sacerdote que lo haga quedaría excomulgado. Hay sacerdotes que por ello han soportado torturas y que han llegado a morir.
Por eso se puede hablar abiertamente sin reservas y uno se puede confiarse con tranquilidad a un sacerdote.

Los efectos de la confesión:
- Reconcilia al pecador con Dios y con la Iglesia.
- En la palabra RECONCILIACIÓN, se contiene todo, estamos de nuevo en paz con Dios.

Examen de conciencia:
- ¿Me acerco al Sacramento de la Penitencia, con deseo sincero de purificación, de conversión, de
renovación de vida y de amistad más profunda con Dios? o ¿Lo considero como algo más molesto que sólo se recibe muy raramente?
- ¿He olvidado o callado un pecado grave en mis confesiones?
- ¿He cumplido la penitencia?
- ¿He reparado las injusticias cometidas?¿Me he esforzado por llevar a la práctica los propósitos y enmendar la vida según el Evangelio?


  • Cuando dice el Señor: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón» (Mt. 22.37)
¿Está mi corazón dirigido hacia Dios, de tal manera que con verdad lo amé sobre todas las cosas, como un hijo a su padre, cumpliendo fielmente los mandamientos? o ¿Me preocupo preferentemente por las cosas temporales?
- ¿Es firme mi fe en Dios que nos ha hablado por medio de su hijo?¿Me he preocupado por adquirir instrucción cristiana, escuchando la palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando lo que atenta contra la fe?
- ¿Hago las oraciones en la mañana y en la noche?¿Es mi oración un verdadero diálogo de la mente y del corazón con Dios o es solo un rito externo? ¿Le ofrezco a Dios los trabajos, alegrías y sufrimientos?¿Recurro a Él en las tentaciones?
-¿Tengo reverencia y amor al nombre de Dios, o lo he ofendido con blasfemias, juramentos falsos o indebidos?
  • Cuando dice el Señor: «Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado » (Jn. 13.34)
¿Contribuyo al bien y a la alegría de los demás miembros de mi familia, mediante la paciencia y el amor sincero?¿He sido o soy obediente con mis padres, los respeto o los he respetado y ayudo o los he ayudado en sus necesidades espirituales y materiales? Como padre, ¿Me preocupo por la educación cristiana de mis hijos y los ayudo con el buen ejemplo y como autoridad paterna?
- ¿He hecho partícipes  de mis bienes a los que son más pobres que yo?¿He hecho lo posible por defender a los oprimidos, socorrer a los necesitados, ayudar a los pobres?¿He despreciado al prójimo, especialmente a los pobres, los débiles, los ancianos, los extranjeros, o a los hombres de otras razas?
-¿Participo en las obras de apostolado y de caridad de la Iglesia y en la vida de la parroquia?¿Presto mi ayuda a la Iglesia en sus necesidades, y he orado por ellas?¿Me preocupo por el bien y el progreso de la comunidad humana dentro de la cual vivo?¿He participado, según mis posibilidades, en la promoción de la justicia, la honestidad de las costumbres, la concordia, la caridad, en la sociedad humana?
- ¿Soy justo, responsable y honesto en mi trabajo u oficio prestando con amor mi servicio a la sociedad?¿Pago o he pagado el justo salario a los que quienes trabajan para mí?¿Cumplo o he cumplido con las promesas y contratos?
- Si tengo algún cargo o ejerzo autoridad ¿Uso de ello para mi interés personal o para el bien de los demás, en espíritu de servicio?
- Si he padecido injurias ¿He estado dispuesto a la paz, por amor a Cristo y a perdonar? o ¿He guardado odio y deseos de venganza?

  • Cuando el Señor dice: «Sed perfectos como el Padre Celestial»(Mt 5,38-48)

¿Cual es la orientación fundamental de mi vida?¿Estoy animado por la esperanza de la vida eterna?¿Me he esforzado por adelantar en la vida espiritual, por medio de la oración, la lectura de la Palabra de Dios, la participación de los Sacramentos y la mortificación?¿He reprimido los vicios, las inclinaciones y pasiones malas, como son la envidia y la gula?¿He sido soberbio y jactancioso, menospreciado a los demás y creyéndome superior a ellos?¿He sido suprimido delante de Dios?¿He impuesto a los demás mi voluntad, sin respetar la libertad y los derechos ajenos?
- ¿Que uso he hecho del tiempo, de las fuerzas y dones que he recibido de Dios, como los "talentos del Evangelio"?¿He usado de estas cosas para buscar mi perfección o he sido ocioso y perezoso?
- ¿He soportado con paciencia los dolores y contrariedades de la vida?¿Como he llevado en mi cuerpo la mortificación para completar lo que falta a la pasión de Cristo?¿He guardado la ley de abstinencia y del ayuno?
-¿He actuado contra mi conciencia, por temor o hipocresía?
- ¿He buscado siempre obrar con la verdad de los hijos de Dios, según la ley del Espíritu, o he sido esclavo de mis pasiones?


Actos de contrición:
Pésame: Pésame Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberlo ofendido. Pésame Dios por el infierno que merecí y por el cielo que perdí, pero mucho más me pesa, porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como vos. Antes quisiera haber muerto que haberlo ofendido y propongo firmemente no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que, por tu divina misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Dios, Padre misericordioso, como hijo tuyo arrepentido, regreso a ti para decirte: "Te he ofendido a ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo". Cristo Jesús, Salvador del mundo, como el buen ladrón a quien abriste las puertas del paraíso, te pido: "Acuérdate de mí, Señor, cuando vayas a tu Reino". Espíritu Santo, fuente de amor, te pido lleno de confianza: "Purifícame, concédeme conducirme siempre como hijo de la luz".
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Miércoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma.
10 de febrero 2016. La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:
- “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
- “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
- “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.


Origen de la costumbre 
Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.
En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.
También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.
La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.


Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma:
 La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)
Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.
Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comidas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia:
El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración:
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:
- La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

El sacrificio 
Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar.“Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”

Conclusión
Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.
Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.
En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.
Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.
La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.

La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.
Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.
Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

Sugerencias para vivir la fiesta
- Asistir a la iglesia a ponerse ceniza con la actitud de conversión que debemos tener.
-Leer la parábola del hijo pródigo, San Lucas 15, 11-32 o el texto evangélico de San Mateo 6, 1-8.

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