Semana Santa

La Semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Por eso, es un período de intensa actividad litúrgica. Da comienzo el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección. La fecha de la celebración es variable (entre marzo y abril según el año) ya que depende del calendario lunar. La Semana Santa va precedida por la Cuaresma, que finaliza en la Semana de Pasión donde se celebra la Eucaristía en el Jueves Santo, se conmemora la Crucifixión de Jesús el Viernes Santo y la Resurrección en la Vigilia Pascual durante la noche del Sábado Santo al Domingo de Resurrección. Durante la Semana Santa tienen lugar numerosas muestras de religiosidad popular a lo largo de todo el mundo, destacando las procesiones y las representaciones de la Pasión.

Los días de la Semana Santa:
       1. Domingo de Ramos:
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, en el cual, conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén, montado en un asno, aclamado como hijo de Dios, días antes de su pasión, muerte y resurrección.
Los fieles seguidores de Jesús lo recibieron extendiendo sus mantos por el camino o ramas de oliva (árbol típico de donde vivió Jesús) y palmas, mientras lo aclamaban rey y gritaban ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!, ¡Hosanna en las alturas!, es de resaltar, que la palabra “hosanna” significa
“vida”.
La eucaristía del día Domingo de Ramos vive dos momentos importantes: al principio, con la bendición de las palmas u olivos, por parte del sacerdote luego la procesión y, por último, la palabra que evoca la Pasión del Señor, en el evangelio de San Mateo. El color litúrgico de Domingo de Ramos es el rojo, ya que se conmemora la Pasión del Señor.
       2. Lunes Santo
E
n este segundo día, hay dos hechos:
1
- El Evangelio de este día, nos sitúa en los últimos días de la vida de Jesús, cuando éste es acogido en casa de Lázaro, al que había resucitado. La hermana de éste, María Magdalena, la pecadora que seguía a Jesús por todas partes con las demás santas mujeres, ungió los pies de Jesús con un frasco de perfume muy caro. Los discípulos se escandalizaron, en especial Judas, cuya avaricia y traición estaba ya llegando a su culminación, alegando que hubiese sido mucho mejor dedicarlo a los pobres. Jesús aceptó el homenaje como anticipo de su embalsamamiento, y defendió el gesto de la pecadora, diciendo que a los pobres siempre los tendrían con ellos, pero que a él pronto no lo tendrían.
2- La expulsión de los mercaderes. En el Evangelio según San Juan, Jesús visita el Templo de Herodes, en cuyo patio vendían “bueyes y ovejas y palomas” en un clima 

comercial parecido a la idea contemporánea del mercado, con presencia además de “los cambistas allí sentados”. Ante el escenario, narra el joven apóstol de Jesús que su maestro “empezó a echar a quienes estaban comprando y vendiendo cosas allí. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero y las bancas de los que vendían palomas”. San Juan especifica que “hizo un látigo de cuerdas y echó a todos del área del templo”. Mientras expulsaba a los mercaderes, criticaba que habían convertido su casa en una “guarida de ladrones” y no les permitió entrar con mercancías al templo. San Marcos amplía que “lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo quitarle la vida; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina”.
        3. Martes Santo

Continúan las celebraciones de la Semana Santa, que conforme va acercándose los días del Jueves y Viernes; siguen su reflexión acerca de diversos pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Son días propicios para la reflexión profunda en los que la Iglesia nos invita como en una “última llamada” a acercarnos al sacramento de la confesión con el fin de estar preparados para vivir la Vigilia Pascual y el gran acontecimiento de la Pascua. El cristiano debe estar en gracia de Dios para participar con toda la Iglesia del gran banquete de la Eucaristía en la Misa más importante del año.
En  este día, en el Evangelio, Jesús anticipa a sus discípulos la traición de Judas y las Negaciones de San Pedro.

         4. Miércoles Santo
En este día.Jesús no acudió al Templo. Permaneció en Betania en una vigilia de oración.
Todo lo que había de decir, lo ha dicho. La revelación de su identidad es clara. La denuncia del pecado también. Las posiciones de los importantes también están definidas.
El Evangelio de San Juan dice que Judas Iscariote quería mantener el dinero para sí mismo porque “en realidad no le importaban los pobres” y era quien manejaba la bolsa común del grupo. Luego Judas fue al Sanedrín reunido y ofreció entregarles a Jesús a cambio de dinero. A partir de este momento, Judas Iscariote buscaba una oportunidad para traicionar a Jesús. La felonía se sella con el mítico “beso de Judas” al hijo de Dios.
En la diócesis de Paraná, durante este día, se realiza en la Catedral, la Misa Crismal, en la cual el Obispo que concelebra con su presbiterio consagra el Santo Crisma y bendice los demás óleos, es una manifestación de la comunión existente entre el Obispo y sus presbíteros en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo. Para esta Misa ha de convocarse a los presbíteros de las diversas partes de la diócesis para concelebrar con el Obispo, y han de ser testigos y cooperadores en la consagración del Crisma, del mismo modo que en el ministerio cotidiano son sus colaboradores y consejeros. Estos Santos Óleos que se usan en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los Enfermos. También se invita a todos los fieles a participar de esta Misa, y que en ella reciban el sacramento de la Eucaristía.
ES EN EL ÚNICO LUGAR QUE EN ESTE DÍA SE REALIZA LA SANTA MISA.
Esta celebración de la Misa Crismal en otras provincias, países, se suele realizar el Jueves Santo. 

         5. Jueves Santo - Inicio del Triduo Pascual
En este día ocurrieron varios hechos:
1- Última Cena y lavado de los pies: Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos y, por tanto, instituyó la Cena del Señor, también llamada la Comunión (Lucas 22:19-20). Algunas iglesias cristianas observan una celebración especial de la Cena del Señor el Jueves Santo en recuerdo de la Última Cena de Jesús con sus discípulos. 
Por otro lado, Jesús lavó los pies de los discípulos como un acto de humildad y servicio, estableciendo así un ejemplo que debemos amar y servir el uno al otro mutuamente en la humildad (Juan 13:3-17). Algunas iglesias cristianas observan una ceremonia del lavado de los pies el Jueves Santo para conmemorar a Jesús lavando los pies de los discípulos.
2- El huerto de los olivos: Después de la Última Cena, Jesús tiene una inmensa necesidad de orar. Su alma está triste hasta la muerte. En el Huerto de los Olivos cae abatido: se postró rostro en tierra (Mateo 26, 39), precisa San Mateo. "Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no sea yo como quiero, sino como quieres Tú". En Jesús se unen a la tristeza, un tedio y una angustia mortales. Buscó apoyarse en la compañía de sus amigos íntimos y los encontró durmiendo; pero, entre tanto, uno no dormía; el traidor conjuraba con sus enemigos.  Según los evangelios era un lugar que tanto Jesús como sus discípulos visitaban frecuentemente lo que permitió a Judas encontrarlo. 
Él, que es la misma inocencia, carga con los pecados de todos y cada uno de los hombres, y se ofreció, con cuánto amor, como Víctima para pagar personalmente todas nuestras deudas... y de cuántos solo recibe olvido y menosprecio.

3- El arresto: Judas había efectivamente traicionado a Jesús, para entregarlo a los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de Jerusalén a cambio de treinta piezas de plata. Acompañado de un grupo armado de espadas y garrotes, enviado por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, llegó a Getsemaní y reveló la identidad de Jesús besándole la mejilla. Jesús fue arrestado. Por parte de sus seguidores hubo un conato de resistencia, pero finalmente todos se dispersaron y huyeron.

La Santa Misa y el Monumento
Al comienzo de la Misa el sagrario debe estar completamente vacío. Este día se consagra el pan suficiente para la comunión del Jueves y Viernes Santos. Lo que la iglesia pretende con el signo del sagrario vacío y de la comunión con el pan consagrado durante este grandioso día es comunicar lo que Jesús en realidad instituyó en la última Cena cuando partió el pan y lo dio a sus discípulos diciendo: tomad y comed todos de él porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros
Tras la procesión de entrada la Misa comienza de la manera acostumbrada. Al llegar el Gloria suenan las campanas, que ya no volverán a sonar hasta el Gloria de la Vigilia pascual. Asimismo cesan los instrumentos y el coro canta sin acompañamiento musical.
Una vez transcurrida la homilía se procede al rito más llamativo: el lavatorio de los pies. El sacerdote, quitándose la casulla si hace falta, se acerca a los designados y ayudado por sus ministros procede, ritualmente, a lavarles los pies. Mientras, el coro entona antífonas o cantos apropiados. El lavatorio de los pies significa el servicio y el amor de Jesús que ha venido no a ser servido sino a servir. Este gesto debe ser simbólico y profético, a la vez que explica el deseo de una Iglesia que a ejemplo de Jesús se hace servidora de la humanidad especialmente de los más pobres y oprimidos. El lavatorio se hace con autenticidad, no es teatro, se lavan, se secan y se besan los pies expresando el amor fraterno, el servicio y la reconciliación. Posteriormente, finalizado el lavatorio.
En esta Misa no se dice el Credo, siguiendo una antigua tradición (el momento que se conmemora aún no estaba el Credo establecido). Continúa la Misa normalmente hasta la oración de después de la comunión. Los ritos finales de despedida se omiten, sustituyéndolos por la procesión de traslado del Santísimo hasta el Monumento Eucarístico. 
Mientras se canta, el sacerdote, con el humeral, traslada al Santísimo en una procesión solemne con cirios e incienso. Al llegar al lugar de la reserva el sacerdote inciensa al Santísimo de rodillas, cerrando posteriormente el sagrario. Tras un breve tiempo de adoración en silencio y tras hacer genuflexión los ministros se dirigen a la sacristía, omitiéndose la despedida. La asamblea se dispersa sin ninguna clase de despedida litúrgica. Esto significa que quedamos en espera para participar de la más importante celebración del año Litúrgico: la Vigilia Pascual. 
En ese momento se despoja al altar de los manteles y se queda vacío,quitándose o tapandose si es posible las cruces. Este gesto, de quitar el mantel que cubre el altar, hasta la Vigilia Pascual , es un signo que mantiene una antiquísima tradición que tenía previsto este gesto final en cada celebración y que luego se conservó únicamente en el Triduo Pascual. También se prohíbe encender velas ante las imágenes de la Virgen María y de los santos. Esta prohibición por parte de la Iglesia se inicia el Jueves santo, hasta la Vigilia Pascual. Lo verdaderamente importante para el cristiano es descubrir la luz del misterio eucarístico.
La Iglesia recomienda que los fieles dediquemos algún tiempo a rezar y a adorar al Santísimo. Los monumentos se adornan, con flores, cirios, etc. Los monumentos se hacen en todas las capillas con el objetivo también de guardar las hostias sagradas para la comunión en el Viernes Santo y la de los enfermos.



          6. Viernes Santo
Los hechos:
1- Los interrogatorios de Caifás y Pilato: tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás. Allí fue juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús si era el Mesías, y Jesús dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús.Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el procurador romano. Tras interrogarle, Pilato no lo halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús.
2- La negación: Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los sirvientes, lo negó tres veces, como Jesús le había profetizado.
3- La flagelación y coronaciónAntes de su ejecución se efectuó en Jesús un cruel
preludio, la flagelación mediante el látigo llamado flagrum taxillatum o flagra horrible. Una revista de la Asociación Médica Estadunidense, The Journal of the American Medical Association, describe así la práctica romana: “Por lo general el instrumento que se usaba era un látigo corto (flagelo) con varias tiras de cuero sueltas o trenzadas, de largo diferente, que tenían atadas a intervalos bolitas de hierro o pedazos afilados de hueso de oveja [...] Cuando los soldados romanos azotaban vigorosamente una y otra vez la espalda de la víctima, las bolas de hierro causaban
contusiones profundas, y las tiras de cuero con huesos de oveja cortaban la piel y los tejidos subcutáneos. Entonces, a medida que se seguía azotando a la víctima, las heridas llegaban hasta los músculos esqueléticos subyacentes y producían tiras temblorosas de carne que sangraba”. No se sabe cuántos latigazos recibió Jesús, pues según la ley judía solo se daban 39 golpes, mientras que los romanos solían dar mucho más. La humillación de Jesus, incluyó que lo disfrazaran de rey con un manto rojo, una caña en su mano derecha a manera de cetro y una corona de espinas, parece seguir una costumbre de las legiones, que escogían a un esclavo en las saturnales de fin de año para vestirlo de rey, humillarlo y luego sacrificarlo. Los soldados romanos lo escupieron y golpearon. Se burlaban de él diciendo: «Saludos, rey de los judíos».
4- El Vía Crucis: e refiere a las diferentes etapas o momentos vividos por Jesús, desde el momento en que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura. El camino se representa con una serie de catorce imágenes de la Pasión, denominadas estaciones, correspondientes a incidentes particulares que, según la tradición cristiana, Jesús sufrió por la salvación de la humanidad basados en los relatos evangélicos y la tradición y son:
- Primera Estación: Jesús es condenado a muerte .
- Segunda Estación: Jesús carga la cruz.
- Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.
- Cuarta Estación: Jesús encuentra a su madre María.
- Quinta Estación: Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.
- Sexta Estación: Verónica limpia el rostro de Jesús.
- Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez.
- Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
- Novena Estación: Jesús cae por tercera vez.
- Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.
- Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz.
- Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz.

- Decimotercera Estación: Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María, su madre.
- Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado.


5- Crucifixión, muerte y sepultura.

Para nosotros, para la Iglesia:
Es un día de penitencia obligatorio para toda la Iglesia y por tanto hay que guardar en este día la abstinencia y el ayuno, y según la oportunidad también el Sábado Santo hasta la Vigilia pascual. El ayuno de estos dos días es además de penitencial, celebrativo, ritual, y contemplativo del misterio de la Cruz. Si bien es personal es sobre todo comunitario: la comunidad ayuna en la espera de su Señor Resucitado.
En la Iglesia, siguiendo una antiquísima tradición, en este día no celebra la Eucaristía y la Sagrada Comunión sólo se distribuye a los fieles durante la celebración de la Pasión del Señor. Sin embargo los enfermos que no puedan participar en dicha celebración pueden recibirla a cualquier hora del día. Esta prohibido celebrar en este día cualquier sacramento, a excepción de la Reconciliación y de la Unción de los Enfermos. Las Exequias, si las hubiese, han de celebrarse sin canto, ni instrumentos. Se recomienda que en este día se celebre en las iglesias el Oficio de Lectura y los Laudes con participación de la comunidad.
No tenemos Eucaristía, pero sí una celebración litúrgica de la Muerte del Señor, una celebración de la Palabra que concluye con la adoración de la Cruz y con la comunión eucarística. Es una celebración sencilla, sobria, centrada en la muerte del Señor Jesús. Su estructura está bien pensada, aparece equilibrada, con proporción entre la dimensión de escucha de la Palabra de Dios y la acción simbólica de la adoración de la Cruz y su veneración con el beso personal de todos. Lo importante es saber captar la dinámica de esta celebración y aprovechar espiritualmente toda su fuerza en la misma celebración:
- Proclamamos el misterio de la Cruz, en las lecturas de la Palabra de Dios.
- Invocamos la salvación del mundo por la fuerza de esa Cruz.
- Adoramos la Cruz del Señor Jesús.
- Y finalmente participamos del misterio de esa Cruz, del Cuerpo entregado, comulgando de él.
La Pasión de Cristo es pues, proclamada, invocada, venerada y comulgada.
Sobre la hora de los Oficios de la Pasión: «La celebración de la Pasión del Señor ha de tener lugar después del mediodía, cerca de las tres. Por razones pastorales, puede elegirse otra hora más conveniente para que los fieles puedan reunirse más fácilmente...pero nunca después de las nueve de la noche».

Estructura de la celebración:
a. La Entrada: No hay canto de entrada. Sale el sacerdote con sus ministros, con vestidos de color rojo porque celebramos la muerte martirial de Cristo. El Misal dice que el sacerdote, después de hacer la reverencia al altar, se postra en el suelo o se arrodilla. Es preferible la opción de la postración: «esta postración, que es un rito propio de este día, se ha de conservar diligentemente por cuanto significa tanto la humillación del hombre terreno, cuanto la tristeza y el dolor de la Iglesia» . Los demás se arrodillan a la postración del sacerdote y oran todos en silencio por unos instantes.
b. Liturgia de la Palabra
- Las lecturas de este día han de ser leídas por entero. El salmo y el canto que precede al Evangelio, deben cantarse como de costumbre.
- La lectura de la Pasión según San Juan, el único apóstol que estuvo al pie de la Cruz con Santa María y las santas mujeres, se canta o se proclama del mismo modo que se ha hecho en el domingo de Ramos. Esta lectura impresionante constituye el centro de la celebración de este día.
- Después de la lectura de la Pasión se tendrá una breve homilía para resumir y aplicar a nuestra vida la gran lección de la Cruz y al final de la misma los fieles pueden ser invitados a permanecer en oración silenciosa durante un breve espacio de tiempo.
c. La Oración Universal
- La de este día es la más solemne y clásica. Es universal, rogando por las diversas categorías de personas. Con la confianza puesta en el Señor que muere en la Cruz, que es nuestro Mediador y nuestro Sumo y Eterno Sacerdote, pedimos al Padre la salvación para todo el mundo. Estas oraciones «expresan el valor universal de la Pasión de Cristo, clavado en la Cruz para la salvación de todo el mundo» . Actualmente esta Oración del Viernes Santo tiene cuatro intenciones por la Iglesia, otras cuatro por los creyentes o no creyentes, y dos por los gobernantes y los que sufren de alguna manera.
d. La Adoración de la Cruz
- En la adoración de la Cruz, el rito ha de hacerse con esplendor digno de la gloria del misterio de nuestra salvación; tanto la invitación al mostrar la Cruz, como la respuesta del pueblo, háganse con canto, y no se omita el silencio de reverencia que sigue a cada una de las postraciones, mientras el sacerdote celebrante, permaneciendo de pie, muestra en alto la Cruz.
- Cada uno de los presentes del clero y del pueblo se acercará a la Cruz para adorarla, dado que la adoración personal de la Cruz es un elemento muy importante de esta celebración y únicamente en el caso de una extraordinaria presencia de fieles se utilizará el modo de la adoración hecha por todos a la vez.
- Se debe usar una sola Cruz para la adoración tal como lo requiere la verdad del signo.
- Hoy es un día en que sería lógico un recuerdo mariano en honor a Santa María, la Mujer fuerte de la fe, que estuvo al pie de la Cruz de su Hijo. Por ello sería loable añadir al final de la adoración de la Cruz, una pequeña conmemoración de la Virgen María, la Madre dolorosa, la cual puede hacerse con la siguiente monición:
"Hermanos: hemos adorado solemnemente la Cruz, en la cual el Señor Jesús, muriendo nos reconcilió. También María estaba junto a la Cruz del Hijo, uniéndose a su sacrificio, cooperando con amor de Madre a nuestra salvación. En aquel momento la espada profetizada por Simeón le traspasó el corazón y aquélla fue la hora de la cual le había hablado Jesús en Cana. Junto a la Cruz, la Madre fuerte en el inmenso dolor que sufría con el Hijo Único, nos da a luz a la vida de la gracia y de la reconciliación. Nosotros que hemos celebrado la Pasión del Hijo, recordemos también el dolor fecundo de la Madre. Cantemos..."
e. La Comunión del Viernes Santo
- El Viernes Santo no celebramos la Eucaristía. Pero desde hace siglos se ha introducido la comunión. Por ello, como quiera que en este día no hay celebración de la Eucaristía, se ha tenido que consagrar en la del Jueves Santo las Hostias necesarias para la comunión del Viernes. De ahí que la celebración de este día se llame "misa de presantificados", porque se comulga con un Pan Eucarístico consagrado antes.
- Terminada la adoración de la Cruz, y el recuerdo mariano, el sacerdote va a recoger por el camino más corto el Santísimo Sacramento de la reserva y mientras tanto los demás ministros revisten el altar con el mantel, los cirios, el corporal y el Misal.
- Una vez puesto el copón con las Hostias consagradas sobre el altar, el sacerdote canta o reza la invitación al Padre Nuestro que es rezado o cantado por todos. No se da el signo de la paz y la comunión se desarrolla tal como está descrita en el Misal. Terminada la distribución de la comunión, el copón se lleva nuevamente a su reserva.
- Terminada la celebración se despoja el altar, dejando la Cruz en un lugar adecuado de la iglesia para que todos puedan adorarla, besarla y permanecer en oración y meditación delante de ella.
Las 7 Iglesias: La tradición de visitar las ‘siete Iglesias’ nació en Roma y se ha ido adoptando en el mundo entero. Su iniciador fue el "gran santo" San Felipe Neri.
Es una costumbre popular en la que los fieles visitan siete Iglesias o Templos donde se encuentra el "Sagrario", el Santísimo Sacramento expuesto y resguardado para la comunión del Viernes Santo.
El recorrido es una tradición romana que se ha extendido por el mundo. "Desgraciadamente, esta religiosidad popular se vuelve hoy día en un ir y venir de gente que no saben a lo que van y creen que con visitar siete iglesias ya cumplieron, cuando ni siquiera se acercan a rezar delante del Santísimo", Esta costumbre tiene como los demás elementos de nuestro catolicismo, grandes valores cristianos y humanos que hay que saber conservar y profundizar.
Es una especie de peregrinación y sacrificio, en recuerdo de cuando Jesús fue llevado de un lado a otro, en el momento de ser enjuiciado y con esto da inicio su Pasión".
La visita de las "siete Iglesias", tiene un desarrollo semejante al Vía Crucis, ya que tiene siete estaciones y en las que se lee la Escritura, y se reza y medita sobre la Pasión del Señor.
"El que por enfermedad u otro impedimento no puede visitar siete Iglesias, puede hacerlo una sola vez en su Parroquia".


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Aclaración: El texto está en un tamaño de letra un poco grande para que se pueda ver bién y la impresión es una sola hoja A4, doble faz
          7. Sábado Santo o Sábado de Gloria
El Sábado Santo (denominado hasta la reforma litúrgica de 1955 Sábado de Gloria) es el nombre que algunas denominaciones cristianas dan al sábado de la semana del primer plenilunio de primavera (boreal). Es el tercer día del Triduo Pascual, que concluye con las primeras Vísperas del Domingo de Resurrección culminando así para los cristianos la Semana Santa. Tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, se espera el momento de la Resurrección. Es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su Descenso al Abismo. Una vez ha anochecido, tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual.
"Toda la celebración de la Vigilia Pascual debe hacerse durante la noche, en 1951, Pío XII permitió mediante el inesperado decreto Dominicae Resurrectionis de 9 de febrero,que la vigilia se realizase de noche. Desde entonces dicha Vigilia se celebra más razonablemente en horas de la noche. Por ello, no debe escogerse ni una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo." Esta regla ha de ser interpretada estrictamente. 
Partes de la celebración de este día:
Esta celebración tiene tres partes importantes que terminan con la Liturgia Eucarística:
1. Celebración del fuego nuevo: al iniciar la celebración, el sacerdote apaga todas las luces de la Iglesia, enciende un fuego nuevo y con el que prende el cirio pascual, que representa a Jesús. Sobre el cirio, marca el año y las letras griegas "Alfa" y "Omega", que significan que Jesús es el principio y el fin del tiempo y que este año le pertenece. El sacerdote llevará a cabo la bendición del fuego. Luego de la procesión, en la que se van encendiendo las velas y las luces de la Iglesia, el sacerdote canta el Pregón Pascual. El Pregón Pascual es un poema muy antiguo (escrito alrededor del año 300) que proclama a Jesús como el fuego nuevo.
2. Liturgia de la Palabra: Después de la Celebración del fuego nuevo, se sigue con la lectura de la Palabra de Dios. Se acostumbra leer nueve lecturas: siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (epístola y evangelio), empezando con la Creación hasta llegar a la Resurrección. Una las lecturas más importantes es la del libro del Éxodo, en la que se relata el paso por el Mar Rojo, cómo Dios salvó a los israelitas de las tropas egipcias que los perseguían. Se recuerda que esta noche Dios nos salva por Jesús.
3. Liturgia Bautismal: Suelen haber bautizos este día, pero aunque no los haya, se bendice la Pila bautismal o un recipiente que la represente y se recita la Letanía de los Santos. Esta letanía nos recuerda la comunión de intercesión que existe entre toda la familia de Dios. Las letanías nos permiten unirnos a la oración de toda la Iglesia en la tierra y la Iglesia triunfante, de los ángeles y santos del Cielo.
El agua bendita es el símbolo que nos recuerda nuestro Bautismo. Es un símbolo que nos recuerda que con el agua del bautismo pasamos a formar parte de la familia de Dios.
A todos los que ya estamos bautizados, esta liturgia nos invita a renovar nuestras promesas y compromisos bautismales: renunciar a Satanás, a sus seducciones y a sus obras. También, de confirmar nuestra entrega a Jesucristo.


           8.Domingo de Resurrección
El Domingo de Resurrección o Vigilia Pascual es el día en que incluso la iglesia más pobre se
reviste de sus mejores ornamentos, es la cima del año litúrgico. Es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión del drama de la Pasión y la alegría inmensa que sigue al dolor. Y un dolor y gozo que se funden pues se refieren en la historia al acontecimiento más importante de la humanidad: la redención y liberación del pecado de la humanidad por el Hijo de Dios.
Pascua es victoria, es el hombre llamado a su dignidad más grande. ¿Cómo no alegrarse por la victoria de Aquel que tan injustamente fue condenado a la pasión más terrible y a la muerte en la cruz?, ¿por la victoria de Aquel que anteriormente fue flagelado, abofeteado, ensuciado con salivazos, con tanta inhumana crueldad?
Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.
La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.
El mensaje redentor de la Pascua no es otra cosa que la purificación total del hombre, la liberación de sus egoísmos, de su sensualidad, de sus complejos; purificación que , aunque implica una fase de limpieza y saneamiento interior, sin embargo se realiza de manera positiva con dones de plenitud, como es la iluminación del Espíritu , la vitalización del ser por una vida nueva, que desborda gozo y paz -suma de todos los bienes mesiánicos-, en una palabra, la presencia del Señor resucitado. San Pablo lo expresó con incontenible emoción en este texto : "Si habéis resucitado con Cristo vuestra vida, entonces os manifestaréis gloriosos con Él" (Col. 3 1-4).

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